La Línea: ciudad de cañas, por Helenio Lucas Fernández Parrado

Ago 05, 2021 Redacción Gibraltar, La Línea, Noticias Comentarios desactivados en La Línea: ciudad de cañas, por Helenio Lucas Fernández Parrado

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La polisemia de la palabra “caña” se presta a confusión, y dependiendo del contexto significará una cosa u otra.

Si lo encuadramos en el gastronómico, sin lugar a dudas, tenemos una hostelería de primer nivel donde se tiran las cañas con destreza sin par, que acompañadas de las habilidades culinarias de nuestros bares y restaurantes en forma de tapas (otra polisémica) nos convierte en una ciudad de culto.

Si lo hacemos en el medioambiental, nuestras cañas se presentan como alternativa al contaminador plástico para elaborar productos de varios usos con efectos inocuos en el medio ambiente, como ya se hace con los huesos de aguacate o el bambú. Solo faltan emprendedores que de la mano del CADE y de la Agencia Andaluza Idea, apuesten por un proyecto de economía circular que de utilidad a una materia prima que en forma de cañaveral se genera en nuestro territorio por generación espontánea.

Podría seguir con más acepciones. Maria Moliner, en su diccionario de uso del español, cita dieciocho, y otras tantas en función de la utilidad, como la “caña de pescar”.

A ninguno se nos escapan nuestros orígenes marineros en “La Tunara” y la afición que por esta modalidad de pesca tenemos en la ciudad, donde antaño hubo varias entidades de caza y pesca, y hasta un medallista de bronce sub21, tal como cuenta Miguel del Manzano (DEP) en su enciclopedia de La Línea, Daniel Gálvez Mena en el campeonato del mundo celebrado en Madeira en 2004, en la modalidad de pesca deportiva desde costa, cuya actuación propició que España fuera campeona del Mundo.

Pero aun así, me refiero a otra “caña”. A la del proverbio chino que dice: “Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”, y he llegado a la conclusión que nuestra ciudad, desde sus orígenes, ha venido reclamando “cañas para pescar”, sin embargo, por otros intereses patrios (o matrios, a criterio del consumidor o consumidora), no solo no nos la han dado, sino que nos han obligado, sin el aparejo adecuado, a hacerlo en rio revuelto, para que las ganancias, o fueran espurias o beneficiaran a terceros lejanos.

Cualquiera que eche una miradita a la historia, colegirá conmigo, que somos un pueblo reivindicativo. Que siempre hemos, y pedimos cosas, pero lo hacemos para que nos den herramientas para progresar con nuestro trabajo.

Nada se ha demandado a cambio de nada, gratuitamente. Siempre ha sido para generar oportunidades de trabajo, para ganar el pan con el sudor de la frente, tal como prescribe y condena la biblia.

En los albores de la ciudad, pedimos el tren, ya que éramos, y somos, a pesar de las circunstancias, laboriosos, como decretó S.M el Rey en 1922. Pues bien, a la “The Málaga and Gibraltar Raylway Company”, y las que le siguieron después, no se le dieron facilidades, precisamente. Antes bien, algunos alcaldes de capitales de provincia, y entre ellos el de Algeciras, D. Rafael de Muro, un 17 de octubre de 1891, manifestó su intención de dirigirse a las Cortes, solicitando “que no se construya la proyectada línea desde San Roque a La Línea, ya que equivale a fomentar únicamente los intereses de una plaza extranjera, con grandísimo detrimento de la Hacienda Pública, del comercio español y hasta del desdoro de la Nación”. Sin embargo, la oposición más decidida a un posible enlace ferroviario con Gibraltar fue la del Ministerio de la

Guerra, que el 21 de marzo de 1892, publicó en su boletín una Real Orden, por la que ordenaba al Ministerio de Fomento, “…que ni ahora ni nunca se consienta vía alguna que ponga en comunicación la plaza enemiga de Gibraltar con las líneas férreas españolas…” tal como se puede leer en el expediente sobre el ferrocarril de Gibraltar, leg. 419, que obra en el Archivo municipal de Sevilla.

De poco sirvieron las quejas municipales y la gran manifestación que se llevó a cabo en 1924 reclamando que el tren llegara a La Línea para permitir el desarrollo del comercio local. En 1926 Primo de Rivera, a la sazón ministro de Fomento, anunció la llegada del ferrocarril. O al menos así se publicó en La Voz de Madrid el 28 de junio: «La Línea de la Concepción ya tiene concedido un ferrocarril”.

Todos los proyectos durmieron el sueño de los justos en los cajones de los ministerios: El Algeciras – Gibraltar que bordeaba la bahía hasta la Aduana de La Línea; Un trazado similar desde la Estación de San Roque, estableciendo la nueva ruta Málaga – San Fernando; otro que prolongaba el trayecto Málaga – Fuengirola – Algeciras, incluyendo en el recorrido a La Línea. Retomadas las iniciativas en 1913, se habló de tranvías eléctricos Algeciras – Aduana de La Línea, y otro parecido desde la Estación de San Roque. En 1971, la empresa SATO colocó los raíles, hizo un túnel, hizo una prueba cuatro años después

¿Qué tal? Muy bien. Bueno ya hablamos….En 2006, el POTA trató el asunto con cariño. En 2009, se anunció, otro más, 30 milloncejos, para que no digáis, para un tren que conecte el complejo petroquímico y de paso La Línea. Un año después se adjudicó un proyecto a VS Ingeniería y Urbanismo por parte de la Junta, con una inversión de 774.400 euros y un plazo de ejecución de 12 meses,…de Saturno, supongo. Ya solo faltan 19 años. Así hasta ahora, que el consorcio metropolitano de transportes plantea proyectos ecológicos con recorridos similares a los del siglo XIX pero sin fechas de inicio y finalización.

A diferencia de Penélope, no la de Ulises, sino la de Serrat, la que dicen que un caminante paró su reloj una tarde de primavera, y que triste a fuerza de esperar, sus ojos brillan si un tren silba a lo lejos; los linenses, cansados de esperar, cambiaron el andén por la zona franca.

En 1920 se nombra Gobernador Militar del Campo de Gibraltar al General de División José Villalba Riquelme. Eran tiempos revueltos con frecuentes protestas y huelgas generales, que afectaban particularmente a esta comarca. Dicen de él que ejerció con diplomacia cerca de las autoridades inglesas del Peñón, siendo por todo ello felicitado por S.M. el Rey D. Alfonso XIII y condecorado por el Monarca británico Jorge V al nombrarle caballero comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge, con tratamiento de Sir. Entre diciembre de 1919 y mayo de 1920 se encargó del Ministerio de la Guerra en un gabinete Allendesalazar. Pues con un informe de este insigne general y exministro como aval, presentó el diputado, Sr. D. José Luis de Torres Beleñasen, a las cortes españolas, un 30 de junio de 1922, la petición para la constitución de una zona franca en La Línea. Una nueva caña con la que poder competir en los mercados de la época, y en los actuales, si la tuviéramos, erradicando de paso el estigma de contrabandistas que ya empezaba a calar en la sociedad española. Obviamente, nada prosperó, hasta que en 1969, se cierra la frontera a cal y canto, se reparte el botín de la implantación de las empresas en los pueblos vecinos, y a La Línea le tocan

cuatro cooperativas de chichinabo, que duran dos días, y tragarse la contaminación de las petroquímicas y siderúrgicas sin la más mínima compensación por el sacrificio, excepción hecha de la estafa de la Fábrica Nacional de Moneda y timbre subiendo el precio de los sellos, de los que algún día alguien tendrá que echar cuentas. Tampoco lo consiguieron otros intentos posteriores como la “Proposición no de Ley” aprobada el 27 de Marzo de 1980 por el Congreso de los Diputados; el conato en 2007 de la promotora Promaga, de desarrollar parte del nuevo Polígono Industrial de la Zona Franca en La Línea. En 2013, tras acuerdo unánime del pleno del Ayuntamiento comprometiéndose a encargar trabajos a especialistas de la Universidad de Cádiz, o la marcha “atrás” de 2018, cuando se había anunciado la adquisición de 105.000 metros cuadrados y cuyo contrato con el propietario se había sometido a los informes técnicos de la Abogacía del Estado para firmarlo, o el centro de negocios en Plaza de Europa. Lo cierto y verdad, es que el plan “integral” de 2018 del gobierno de la nación para el Campo de Gibraltar no contempla establecer una zona franca, aunque sea como centro negocios, en La Línea, si bien la ciudadanía y la corporación municipal siguen entendiendo que ser ciudad fronteriza con Gibraltar es un atractivo para que surjan muchas oportunidades de negocio entre las empresas decididas a invertir en La Línea, y la declaración de zona franca sería una buena caña para poder pescar a diario trabajo estable.

Inasequible al desaliento, sin dejarse dominar por sentimientos negativos, lo que ahora se llama ser “resilientes”, pero si cada vez más acuciados por la necesidad, sobre todo tras la apertura de la verja por etapas, primero, el 15 de diciembre de 1982, y tres años después, el 5 de febrero de 1985, cuando se completó la apertura con el permiso para el tránsito de vehículos y mercancías, y los cantos de sirena que anticiparon algunos estudios, como el del Centro de Estudios y aplicaciones del Campo de Gibraltar de 1986, dejaron entrever que cualquier parecido con la realidad eran mera palabrería, como el tiempo, que todo lo pone en su sitio, hizo con el «escaparate» orientado a Gibraltar: el Parque Princesa Sofía y de la Ciudad Deportiva en La Línea, se deterioraron, al no haberse ni siquiera garantizado su conservación. Las drogas se convirtieron en un grave problema social que aún perdura. Se empezó a hablar de la Singularidad linense con un componente menos folclórico y más económico administrativo. Distintas Administraciones a mediados de los noventa, ratifican la necesidad de acometer un plan de choque que permitiese romper con la dinámica de degradación social que se estaba produciendo, a través de una mejora sustancial de todos los servicios públicos y, destacaba, que estas medidas definidas como “de choque”, requerían un apoyo decidido de todas las Administraciones ya que el Ayuntamiento por si sólo era incapaz de acometerlas. Se creó una comisión de la que formaron parte, en un primer momento, el Estado, la Junta de Andalucía, la Diputación de Cádiz y el propio Ayuntamiento de La Línea, y que tuvo como resultado más importante la consecución de un régimen económico especial, similar al de Madrid o Barcelona que, como señalaba el informe realizado por la empresa Consultores de las Administraciones Públicas en el año 1998, “si bien ha permitido una indudable mejora en la capacidad financiera municipal, ha resultado escasa para abordar la recuperación económica de la Hacienda Local, aunque constituye el instrumento más adecuado para abordar este problema”. Craso

error. El 3 de marzo de 1999 unas cuatro mil personas nos manifestamos en La Línea de la Concepción contra los controles impuestos por España en la verja. A mediados de ese mismo año se aprueba la carta económica. En 2004, algún lumbrera del Ministerio de Economía y Hacienda, se dio cuenta que la Carta Económica Especial tenía un fundamento jurídico discutible, por lo que se mantiene el tope de 2003, y hasta luego Lucas, tal como le explicó por carta de 25 de octubre de 2010, el secretario de estado de Hacienda y Presupuesto al Alcalde sustituto, Alejandro Sanchez. A pesar de ello, entre los años 1999 y 2014 tanto los ingresos como los gastos sufren aumentos significativos, con lo que se mantiene el déficit estructural del Ayuntamiento y se incrementa año tras año el remanente negativo de tesorería y la deuda municipal hasta 2017 que se revierte la situación, cuando el positivo alcanzó los tres millones de euros que el techo de gasto solo permitía destinar a pagar deudas adquiridas por los anteriores gestores. Con aquellos mimbres, y un texto sobre la singularidad de treinta y ocho páginas, se personó en Madrid, el 11 de noviembre de 2011, una representación de la Corporación, que por no traerse, no se trajo ni el justificante del registro de entrada en la Secretaria de Estado de Cooperación Territorial del Ministerio de Política Territorial y Administración Pública, algo que ya había hecho el secretario del ayuntamiento enviando la certificación del acuerdo plenario por correo un día antes. A todo esto, la mesa de trabajo por La Línea, sigue reclamando el reconocimiento de la Singularidad como “caña” magistral para solucionar los problemas, y entre otras iniciativas presentó el 7 de marzo de 2013, 5000 firmas de ciudadanos y 151 adhesiones de comercios y colectivos locales en la Subdelegación del Gobierno Central y de la Junta; también se lo volvió a recordar el 18-10-2016, al ex Excmo. Sr. Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, D. José Manuel García- Margallo y Marfil, obteniendo como respuesta el silencio de los corderos. Con estos desaires, la amenaza del BREXIT (23 de junio de 2016), ya era una realidad, y nada de lo dicho o prometido se hacía, y de lo que se llevaba a cabo poco o nada repercutía en beneficio de los linenses con lo que la incertidumbre caló en la ciudadanía. Un nuevo documento coordinado desde el Ayuntamiento, “Estudio socioeconómico del impacto del Brexit en La Línea de la Concepción”, es la antesala de otro posterior consensuado por los representantes de sindicatos, partidos locales con y sin representación institucional, y colectivos vecinales que se empieza a gestionar en febrero de 2018, “el plan estratégico de impulso y crecimiento de La Línea de la Concepción”, que culmina, ante los oídos sordos y las palabras huecas de la administración nacional y autonómica, con un decálogo mínimo recogido en el acuerdo plenario extraordinario de 30 de noviembre de 2020, cuando quedaba exactamente un mes para la salida del Reino Unido de la UE, temiendo lo que se nos venía, ( y vamos a ver como termina), encima de forma inexorable. En el ínterin, mas manifestaciones, especialmente la de 19 de octubre del 2019, declaraciones y promesas por cumplir.

Fallidas las cañas citadas, y algunas otras que se me escapan, el esperado Plan Integral para el Campo de Gibraltar aprobado por el Consejo de Ministros el pasado día 16 de noviembre de 2018 no hace otra cosa que generar una ola de indignación y frustración entre los vecinos, que consideran que no se ha tenido en cuenta la singularidad de La Línea, por lo que el alcalde, Juan Franco, respaldado por su partido, La Línea 100×100, no solo critica dicho plan,

sino que anuncia una semana después su intención de consultar a los vecinos si desean que el municipio sea declarado Ciudad Autónoma, como lo son Ceuta y Melilla. Otra caña para pescar en el mar de la prosperidad compartida que se nos anuncian desde diferentes instancias, pero que si no cuenta con algún instrumento jurídico que lo fundamente, volverá a quebrarse como históricamente ha ocurrido con las demás. Un estatuto de autonomía, aunque sea como dice la sentencia del constitucional 240/2006, de 20 de julio, que reconozca que la ciudad es una entidad local, si bien su autonomía es distinta de la de los municipios que se rigen por la legislación general. Con eso, ya tendríamos un marco normativo desde el que empezar a hablar, pero no debemos olvidar, que lo que ahora está en juego es solo la consulta. Algo tan sencillo y democrático como preguntar a los vecinos si queremos esta “caña” para gestionar nuestro futuro.

Voces se alzaran, sin lugar a dudas, a favor y en contra. Pues muy fácil: lo que diga la mayoría, que para eso, volviendo a Dª. Maria Moliner, que del uso del español sabía bastante más que los/las ministros/as que nos quieren meter en una torre de Babel para escamotearnos con palabras la cruda realidad: La Línea les va a meter caña.

Helenio Lucas Fernández Parrado

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• Helenio, La Línea

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